No son buenas noticias: en términos de accidentalidad, la pasada Semana Santa ha sido la peor desde 2016. No en vano, la DGT ha contabilizado 28 siniestros mortales en los que han fallecido un total de 34 personas, un 26% más que en 2022. Además, hay que tener en cuenta un matiz: estos datos solo contabilizan el número de fallecidos en accidentes en vías interurbanas 24 horas después del siniestro, por lo que, con toda probabilidad, el balance definitivo será aún peor.

Las principales razones de este empeoramiento podrían ser, fundamentalmente, dos: por un lado, el aumento de la movilidad y, por otro, las imprudencias cometidas por muchos conductores y ocupantes. De hecho, el número de desplazamientos de largo recorrido durante la Semana Santa alcanzó los 16,4 millones, un 3,8% más que en el mismo periodo de 2022. Este dato es el registro más alto de toda la serie histórica, que arranca en el año 2008. También preocupan especialmente las graves imprudencias de algunos conductores: de los 34 fallecidos durante estas vacaciones, al menos 9 no llevaban puesto el cinturón de seguridad, un 26%.

Entre los 28 accidentes ocurridos en Semana Santa, hubo uno especialmente trágico, ocurrido en Xove, en la provincia de Lugo, que ocasionó el fallecimiento de 4 jóvenes. En este terrible siniestro, que ha consternado a todo el país, cabe destacar la concurrencia de varias imprudencias, ya que en el vehículo viajaban 6 jóvenes de entre 17 y 19 años, el conductor dio positivo en alcoholemia y solo 2 de los 6 ocupantes llevaba puesto el cinturón de seguridad.

Tipos más frecuente de accidente mortal

Casi el 80% de los fallecidos en accidente de tráfico durante la pasada Semana Santa sufrieron su siniestro en vías convencionales, lo que confirma a este tipo de carreteras como uno de los grandes caballos de batalla de la seguridad vial en nuestro país. Por otra parte, las salidas de vía siguen siendo el tipo de incidente más habitual, un tipo de siniestro en el que tienen un gran peso las distracciones y los excesos de velocidad.

La franja de edad más afectada fue la de más de 65 años, aunque se registró un gran repunte en el arco más joven (15 a 24 años), debido, sobre todo, al fatal accidente de Xove.