Mar Cogollos es uno de los nombres más importantes y admirados en el ámbito de la seguridad vial de nuestro país. Su historia es un gran ejemplo para todos: a los 25 años sufrió un accidente muy grave que le causó una tetraplejia. Desde entonces, consagró su vida a tratar de evitar que más personas sufrieran lesiones medulares y a ayudar a que las personas en esta situación afrontaran su nueva vida.  Psicóloga  de formación y profesión, dirige AESLEME desde 1992, una organización sin ánimo de lucro y declarada de utilidad pública que se ha convertido en uno de los principales actores en la lucha contra la accidentalidad vial en España.

Esta organización, ganadora de las categorías honorífica y solidaria del Premio Periodístico de la Fundación Línea Directa, fue creada en 1990  a raíz de un estudio realizado por los doctores Juan García Reneses, responsable de la unidad de lesionados medulares del Hospital La Paz y Rafael Herruzo, catedrático de medicina preventiva de la Universidad Autónoma de Madrid. Las conclusiones del informe eran demoledoras: el número de personas con lesión medular se había triplicado por 3 en 10 años, afectando sobre todo a jóvenes de 18 a 25 años que habían sufrido un accidente de tráfico. A partir de ahí, ambos médicos decidieron crear AESLEME, encomendando su dirección a Mar.

Mar advierte a las personas que han sufrido un accidente grave de tráfico que la rehabilitación física y psicológica no tiene efectos inmediatos: “algunos tardan un año, otros dos, otros tres en afrontar su nueva situación”, pero también advierte que hay luz al final del túnel: “hay una vida después del accidente. Al principio el vaso lo ves medio vacío, pero es importante tener el apoyo de la familia para comprender que hay algo después. Es cierto que hay barreras, a veces mentales y otras físicas, pero con actitud positiva, se puede.”

Mar reivindica el valor del ejemplo para educar a nuestros hijos en la responsabilidad vial: “tiene que haber coherencia entre lo que le dices y lo que haces” y  pide centrar las políticas de prevención en los usuarios vulnerables, cuyas cifras han empeorado a raíz de la aparición de nuevas formas de movilidad. Además, muestra su incredulidad frente a la resistencia de parte de los conductores a respetar normas básicas: “salto como un resorte cuando escucho que, todavía, 1 de cada  4 fallecidos en accidente de tráfico no llevaba puesto el cinturón de seguridad”